Hay palabras y expresiones que se ponen de moda o adquieren notoriedad en ciertos países por numerosas razones. En este marco, no podemos pasar por alto el uso extendido a nivel mundial del concepto de bullying.

Esta palabra, de origen inglés, se entiende también como acoso u hostigamiento escolar y describe penosas realidades que, lamentablemente, afectan hoy en día a muchos niños y jóvenes. Enfrentar el tema, informarse para impedir o revertir casos de bullying y saber cómo contener a las víctimas son puntos clave para avanzar como sociedad y frenar estas prácticas que dejan marcas tanto físicas como psíquicas.

El acceso masivo y cotidiano a Internet, por ejemplo, es un medio de desarrollo de cyberbullying, definido en español como ciber-acoso. Esta modalidad de hostigamiento aprovecha los correos electrónicos, las redes sociales, los mensajes de texto y cualquier otra plataforma para presionar, atacar y maltratar a un estudiante.

Cuando la persecución traspasa la pantalla y se traduce en golpes, empujones y daños corporales, entonces se hace alusión al bullying físico, que puede llevarse a cabo entre una o más personas y tener consecuencias hasta fatales según el grado de violencia aplicado.

También se han registrado casos de bullying verbal, donde la agresión se concreta mediante la palabra: insultos, burlas, críticas, cargadas, difamaciones… El bullying gesticular, en tanto, gira en torno a los gestos y expresiones faciales: mohines despectivos, mímicas para ridiculizar a la víctima, etc.

De haber énfasis en la cuestión íntima del estudiante que sufre acoso, es decir, se lo apunta por particularidades de índole genital, por cómo vive su sexualidad, se lo obliga a mostrar sus partes íntimas y se accede incluso, bajo amenazas y el uso de la fuerza, a tocar su cuerpo sin autorización de la víctima, entonces se hace referencia al bullying sexual.