Una gran cantidad de acepciones tiene, en la práctica, el concepto de vaina. Esta palabra, según se advierte al consultar el diccionario de la Real Academia Española (RAE), tiene aplicaciones en los campos de la Botánica y la Marina así como también se la aprovecha para hacer referencia a cuestiones gastronómicas y para describir a un accesorio de ciertas armas.
Se menciona la idea de vaina abierta, por ejemplo, para detallar una particularidad de las espadas largas de otros tiempos, cuyas vainas estaban cerradas sólo en el último tramo para que pudieran desenvainarse con facilidad.
Los expertos en Botánica, por su parte, utilizan la expresión “vaina foliar” para marcar la parte ancha de una hoja o pecíolo que cubre a cada tallo, tal como se puede observar en numerosas apiáceas y gramíneas.
La “vaina de mielina”, en cambio, es una cobertura que surge por las capas de mielina que recubren al axón de las neuronas. En este contexto adquiere relevancia también la “vaina de Schwann”, tal como se conoce a una membrana que constituye la capa externa de la fibra nerviosa propia del sistema nervioso periférico.
Lejos de estas interpretaciones, resulta interesante destacar que a la paloma antártica, un ave carroñera que suele encontrarse en América del Sur, también se la define a nivel general como “vaina nival”.
En el sector gastronómico, por último, es frecuente que se utilicen en la preparación de platos las vainas de vainilla, vainas de arveja, vainas de soja o las vainas de chaucha, por mencionar algunas alternativas a modo de referencia.