Alguien puede aceptar ser puesto a prueba con un test pero no necesariamente saber a qué clase de desafío o práctica se expone. Por eso resulta interesante conocer las aplicaciones de este concepto y estar al tanto, por ejemplo, de cómo es un test psicológico y qué variantes admite esta herramienta experimental.
Cada profesional, en función de qué necesite evaluar o cómo desee arribar a conclusiones acerca del comportamiento o la personalidad del paciente, puede hacer uso de un gran número de pruebas.
Hay, en primer lugar, test psicométricos y test proyectivos. A partir de esta clasificación se puede profundizar en la temática para determinar quién y de qué manera propone e interpreta cada uno de estos instrumentos informativos. Por ejemplo: un test de nivel I puede ser implementado y comprendido por una persona no especializada en Psicología, así como el test de nivel II puede ser propuesto por alguien no especializado en Psicología pero exige un psicólogo para la interpretación de resultados. Por su parte, los test de nivel III son exclusivos para uso y análisis de profesionales de dicha disciplina.
Es posible, asimismo, diferenciar entre varias técnicas que permiten implementar, haciendo uso de diferentes materiales y consignas, ciertos test psicológicos. Entre ellas aparecen las técnicas estructurales, las técnicas temáticas, las técnicas expresivas, las técnicas constructivas y las técnicas asociativas, por mencionar algunas a modo de referencia.
Por otra parte, resulta interesante tener en cuenta que hay test psicológicos que se usan en entrevistas laborales, que se deben resolver para ingresar a una institución académica o para llegar a ser considerado apto para adoptar a un niño, entre otras posibilidades.