La condición de sostenible (es decir, que algo es capaz de mantenerse estable a sí mismo) se define como sostenibilidad. Muchos son los campos donde esta noción tiene relevancia, pero tal vez donde más valor posee es en el ámbito de la Ecología.

En ese marco, la idea de sostenibilidad alude a la capacidad de una estructura biológica para diversificarse y ser productiva a través del tiempo. Para garantizar esta cualidad, es fundamental implementar medidas que protejan los ecosistemas y contribuyan a su conservación, entre las cuales aparecen las relacionadas al manejo adecuado del entorno natural y al consumo controlado y responsable de los recursos.

De investigar con mayor profundidad los alcances de este concepto, encontraremos información útil para poder distinguir en base a sus particularidades cada tipo de sostenibilidad. Hay, por citar un caso puntual, una opción focalizada en el desarrollo urbano para lograr prácticas y estilos de vida que proporcionen bienestar a los ciudadanos sin necesidad de afectar el medio ambiente ni dañar la biodiversidad.

A diferencia de la sostenibilidad urbana, la sostenibilidad energética gira en torno a tres ejes: la igualdad social, la atenuación de los impactos ambientales por el accionar humano y la seguridad de carácter energético. Para ello, señalan los expertos, se buscan sistemas y métodos que además de seguros sean accesibles a todos los ciudadanos y energéticamente estables sin que todo esto repercuta de manera negativa en la naturaleza.

La sostenibilidad empresarial, la sostenibilidad turística y la sostenibilidad vinculada a la alimentación son otras clases de principios que amplían el alcance de esta noción.