Dentro de la amplia variedad de instrumentos musicales que nos permiten desarrollar una carrera artística aparece el saxofón o saxófono, un instrumento confeccionado en metal, madera y caña (entre otros materiales) que pertenece al grupo de las piezas de viento.
Este elemento, dotado con múltiples llaves donde se destaca un tubo delgado y cónico que en uno de sus extremos se vuelve más ancho y adquiere una apariencia de campana, fue lanzado en 1845 por un fabricante belga llamado Adolphe Sax: de ahí el nombre que recibió este objeto (que llama la atención por sus notables dimensiones y su particular sonido) muy ejecutado en las bandas militares, en las bandas sinfónicas, en la música coral, en la música de cámara y en la música jazz.
Si bien el instrumento es uno solo, y se conoce bajo la denominación de saxofón, es posible encontrar numerosas variedades con características propias que permiten diferenciarlas entre sí. El saxofón alto, por ejemplo, es muy popular en el jazz (usado por Charlie Parker y Johnny Hodges, entre otros artistas), mientras que el saxofón barítono tiene el registro más grave en relación a otros instrumentos de su misma familia (en este subconjunto pueden conseguirse piezas rectas en Mi Bemol).
Asimismo, es posible reconocer al saxofón soprano, al saxofón sopranino, al saxofón subcontrabajo, al saxofón tenor, al saxofón melódico en Do, al saxofón contralto (creado por el luthier Jim Schmidt) y al saxofón mezzosoprano, entre otras alternativas que nutren a esta familia de instrumentos de gran antigüedad que se fueron modernizando con el paso del tiempo.