Una persona que se dedica a cortar y coser telas para crear prendas de vestir a medida de quienes las usarán se conoce como sastre. La sastrería, según se advierte al analizar las características de este oficio, consiste en diseñar de manera exclusiva y artesanal diversos tipos de indumentaria para satisfacer las exigencias y necesidades de cada cliente. Gracias a los sastres, se logran chalecos, pantalones y trajes únicos, entre otras alternativas.

A partir de este concepto que también da nombre a un municipio de la provincia argentina de Santa Fe (conocido como Sastre y Ortiz) y se emplea como apellido (como en el caso del botánico de origen francés Claude Henri Leon Sastre), aparecen numerosas expresiones y categorías que amplían los alcances de esta idea.

Se suele hablar, por ejemplo, de “buen sastre” (frase que describe a alguien que se destaca por su inteligencia y su desempeño óptimo en la materia que aborda) o de “corto sastre” (enunciado que alude a un individuo no preparado ni en condiciones de desarrollar una temática en particular), así como se suele hacer alusión a la expresión “será lo que tase un sastre” (entendido como que aquello que se pide se concretará o no, que está sujeto a consideración).

Terno sastre (tal como se conoce en ciertas regiones del mundo a un conjunto femenino compuesto de chaqueta y falda), músculo del sastre (tal como se define en Anatomía al músculo sartorio) y jabón de sastre (esteatita de color blanco que el sastre utiliza para marcar en la tela el punto donde se debe coser o realizar un corte) son otras expresiones armadas a partir del vocablo ‘sastre’.