Una pasta, como sabrán muchos de ustedes, es una masa elaborada a partir de dos o más ingredientes trabajados con las manos y mezclados con el fin de lograr una materia homogénea.
Cabe resaltar que, si bien muchas clases de pastas son comestibles (como los fideos, los ravioles, etc.), otras tienen múltiples propósitos (como el de servir para limpiar, en el caso de la pasta de dientes, o para usarse en el proceso de encuadernación, como la denominada pasta española).
Si uno averigua con profundidad las diferentes modalidades de pastas, no sólo advertirá el detalle mencionado en el párrafo anterior sino que también podrá conocer o recordar (según cada caso), la existencia de las pastas de chocolate, de la expresión “pasta gansa” (tal como se define al dinero que se obtiene sin sacrificio, es decir, de manera rápida y fácil) y de las pastas valencianas e italianas.
Asimismo, se podrá hacer foco en las alternativas existentes a la hora de preparar o pedir un plato de pastas. Al respecto, no se puede dejar de recordar que hay pastas frescas (las que se compran, por lo general, en fábricas de pastas y tienen una fecha de vencimiento a corto plazo); pastas cortas (como los macarrones, el rigatoni); pastas largas (como los fettuccine, las bavetas, los spaghettis); pastas rellenas (como los agnolottis, los sorrentinos, los ravioles, los canelos y la lasagna) y pastas secas (las que suelen comercializarse en supermercados, con fecha de vencimiento lejana respecto al momento de su elaboración), además de pastas con formas singulares (como los casos de los fusillis o “cables de teléfono”, los farfalle o “moños” y los fiori o “flores”, entre otras opciones).