El concepto de participación, además de hacer referencia a la acción y efecto de participar de algo (llámese evento, concurso o competencia, entre otras alternativas), se utiliza para hacer mención a los avisos que se le dan a alguien y para nombrar la porción de negocio que un determinado individuo posee respecto a una empresa.
Según sea la gestión a desarrollar, quién la lleve a cabo, el ámbito donde se concrete y la finalidad que persiga, la participación puede definirse de distintos modos.
Si se trata de una intervención de la ciudadanía a nivel político para elegir a sus autoridades mediante el voto, por ejemplo, se puede hablar de participación electoral, mientras que será una participación política si cualquier vecino decide asumir un rol activo y, entre otras actividades, milita en un determinado partido político.
En otros contextos, la participación puede tener efectos negativos por estar vinculada a un hecho delictivo (asumir algún rol necesario para concretar robos, crímenes o cualquier otro delito sin llegar a ser el autor) y enriquecer la formación de los jóvenes si se trata de una participación estudiantil enfocada a proyectos o actividades culturales, sociales y/o deportivas.
Como resulta evidente, las participaciones pueden suceder en toda clase de circunstancias, ya que no sólo se puede intervenir en las situaciones descriptas líneas arriba: también se puede tener participación en la organización de un evento, en un programa televisivo y en una decisión corporativa.
Por otra parte, cabe resaltar que en países como Argentina el término ‘participación’ se utiliza como sinónimo de tarjeta: “El casamiento se acerca, así que te envío una participación”.