En distintos rincones del mundo es común encontrar múltiples ejemplares de lagartijas, tal como se define a una especie de lagarto pequeño que suele desplazarse a gran velocidad, vivir en huecos y escombros y alimentarse con insectos.
En pastizales, áreas costeras y entornos rurales de España, Francia y Portugal, por ejemplo, existen ejemplares de lagartija cenicienta, una especie perteneciente a la familia Lacertidae. En la península ibérica, en tanto, habita la lagartija común, también conocida como hispánica o ibérica.
La lagartija serrana, por su parte, suele dejarse ver en la Cordillera Cantábrica y zonas cercanas, mientras que la lagartija de turbera o vivípara se expande por Asia y Europa: a diferencia de otras especies, en esta familia la hembra eclosiona los huevos de manera interna, razón por la cual las crías no salen del huevo sino del interior de su madre.
Como parte de la familia Tropiduridae, por indicar otro caso a modo de referencia, aparece la lagartija de los gramadales, un reptil escamoso propio del territorio peruano.
La lagartija aranesa propia del Pirineo Central, la lagartija colilarga endémica del Mediterráneo Occidental, la lagartija de vientre azul distribuida en territorio chileno, la lagartija magallánica compartida por Chile y Argentina, la lagartija batueca natural de España, la lagartija roquera que vive en diversos rincones montañosos de Europa y la lagartija italiana que ha conquistado superficies de Italia, Turquía, Estados Unidos, Francia, Serbia, Eslovenia, Suiza, Croacia y Bosnia son otras especies que demuestran la diversidad de animales que enriquecen al conjunto de las lagartijas.