Un impacto (término que refiere al choque de un objeto contra algo o al efecto de una fuerza que se aplica de forma brusca) puede tener distintas características y generar múltiples consecuencias, pero en esta oportunidad sólo haremos referencia al impacto de tipo ambiental.
Este concepto agrupa a los eventuales efectos negativos (perjudiciales para el medio ambiente) que pueda llegar a tener una transformación de un determinado entorno natural a raíz de, por ejemplo, actividades laborales o conductas destructivas por parte del hombre.
Cabe destacar que, lamentablemente, el impacto ambiental puede tener alcance mundial (como sucede por la contaminación de mares, ríos y lagos con petróleo, un problema de difícil solución que destruye la fauna, la vegetación, perjudica la pesca y atenta contra las actividades recreativas en las playas), así como también puede surgir en distintos lugares por enfrentamientos bélicos y la utilización de uranio empobrecido.
Según los expertos, los explosivos (como lo es una bomba) tienen la capacidad de destruir en un instante no sólo la infraestructura visible sino también la composición de los suelos, algo que no puede ser reparado sino después de cientos o miles de años.
Por otra parte, hay otras circunstancias en las cuales el impacto ambiental tiene derivaciones negativas directas sobre la sociedad porque daña su salud y/o la altera a escala económica y sociocultural.
Más allá de los mencionados, es importante señalar también que hay impactos ambientales (algunos irreversibles, otros temporales y unos pocos reversibles) que pesan sobre el sector productivo y complican, por lo tanto, las tareas del ser humano.