A la hora de elegir un menú simple que se pueda, incluso, comer con la mano y al paso, mucha gente apuesta por las empanadas. También definidas como empanadillas en algunas regiones, estos pequeños pasteles individuales se logran con masa y algún relleno a elección: para que no se abran, se doblan los bordes con un repulgo (o repulgue).

Según la forma de cocinarlas, se pueden conseguir empanadas al horno o empanadas fritas, así como el lugar donde se elaboran establece si son compradas en algún local gastronómico o caseras, elaboradas en el hogar. El sabor, asimismo, marca la diferencia entre una empanada dulce y una empanada salada.

Los ingredientes, por su parte, se combinan para originar una amplia variedad de rellenos. Hay empanadas de carne (suave, cortada a cuchillo, etc), empanadas de jamón y queso, empanadas de atún, empanadas de mariscos, empanadas de humita, empanadas de pollo, empanadas de verdura, empanadas de dulce de leche y empanadas de membrillo, por mencionar algunas posibilidades.

Tampoco se puede dejar de mencionar que existen variedades típicas de una cierta región, con ingredientes específicos y características que las vuelven fáciles de asociar o de identificar. Así ocurre, por ejemplo, en Argentina con las empanadas tucumanas (son jugosas y suelen elaborarse en hornos de barro o freírse en ollas de hierro), las empanadas chaqueñas (similares a las tucumanas pero con carne de cordero), las empanadas salteñas (carne cortada a cuchillo, papa, huevo, caldo, puré de tomate, etc) y las empanadas santiagueñas (carne picada, arvejas, huevo duro, cebolla).

Otras alternativas populares a escala internacional: empanadas árabes, empanadas griegas, empanadas italianas, empanadas chinas…