Hay quienes practican, a cualquier edad o durante gran parte de su vida, actividades deportivas solamente para mantenerse en forma y tener hábitos saludables. Otros entrenan y se sacrifican para llegar a ser deportistas profesionales y hay un tercer grupo compuesto por gente que se anima a los deportes extremos para disfrutar la adrenalina, enfrentar obstáculos y desafíos complicados o experimentar sensaciones propias de situaciones de peligro. Hoy, como el título de esta nota lo adelanta, vamos a hacer foco en las particularidades de este último conjunto mencionado.

En primer lugar, a la hora de las clasificaciones generales es importante tener en cuenta el ámbito en el cual se desarrollan. Hay deportes extremos acuáticos, deportes extremos aéreos y deportes extremos terrestres. Asimismo, la época en la cual se llevan a cabo permite hacer alusión, por ejemplo, a los deportes extremos de verano y a los deportes extremos de invierno.

Ahora que ya tenemos una mínima noción sobre el tema, estamos en condiciones de enumerar y reconocer varias alternativas en materia de deportes extremos. Dentro del listado de posibilidades más tenidas en cuenta a escala mundial aparecen el snowboard (practicado sobre una tabla que permite deslizarse por la nieve e incluido en los Juegos Olímpicos de Invierno), el canopy (basado en el desplazamiento de una persona que está sujeta a un cable que, por lo general, atraviesa áreas boscosas) y el puentismo (también conocido como bungee jumping, una disciplina que invita a arrojarse desde alturas considerables con una cuerda sujetando su cuerpo), por mencionar algunas alternativas a modo de referencia.