Tipos de clavos


Cuando se necesita, por ejemplo, colgar un estante, cuadro o adorno liviano de una pared, se suelen utilizar clavos, que se fijan a la estructura a partir de golpes de martillo.

ClavosAl buscar referencias sobre estos pequeños elementos puntiagudos de metal salen a la luz múltiples categorías, que se diferencian entre sí por las aplicaciones y la apariencia de cada unidad.

El clavo hechizo, por describir una posibilidad, se utiliza en las herraduras hechizas, mientras que el clavo baladí es similar pero presenta menores dimensiones que el mencionado en primer lugar.

Hay, además, clavos llamados bellotillos que miden cerca de quince centímetros y clavos de a cuartos que tienen alrededor de ocho centímetros de largo. El clavo de a ochavo es más corto: tiene una extensión de siete centímetros. El clavo de tercia, en cambio, es más largo y alcanza los treinta centímetros, así como el llamado clavo de pie se caracteriza por no superar los veinte centímetros.

También es posible distinguir a los clavos timoneros (se aprovechan para sujetar el timón del arado), a los clavos tachuelas (cortos y con cabeza grande), a los clavos tableros (para clavar sobre tablas), a los clavos romanos (los más utilizados con fines ornamentales por su terminación), a los clavos estacas (reservados para trabajos sobre maderos y vigas), a los clavos de roseta (para adornos, con una cabeza particular con apariencia similar a la de las rosas), a los clavos de rosca (tornillo con hélice), entre muchos otros.

Cabe resaltar que al investigar los alcances del término ganan relevancia además alternativas como las del clavo de olor, que no es una pieza de construcción o trabajo manual sino el capullo seco de una flor que se aprovecha, a nivel internacional, como especia.