El cuadro caracterizado por la imposibilidad de hablar y sufrir dificultades en el lenguaje, dicen los especialistas en Medicina, se conoce como afasia.

Este problema, según se cuenta, surge a raíz de lesiones o daños cerebrales (generados por traumatismos, infecciones, accidentes cerebrovasculares, tumores, etc) y puede desencadenarse en cualquier etapa de la vida.

Según cómo se presente el trastorno, cómo evolucione y qué consecuencias posea, se puede encuadrar el sindrome en distintas categorías.

Se habla de afasia cortical, por ejemplo, cuando la responsable del cuadro es una lesión perisilviana que provoca, entre otros inconvenientes, que la repetición se altere en niveles variables. La afasia transcortical, por su parte, tiene la particularidad de preservar la repetición. La llamada afasia anómica, en tanto, se caracteriza por ser la más frecuente y dificultar la fluidez del lenguaje así como para encontrar las palabras adecuadas que le permitan a la persona expresarse con normalidad.

Otras clases de afasia que demuestran la complejidad de este inconveniente de salud que requiere un diagnóstico preciso para hallar el tratamiento adecuado a cada circunstancia: afasia de Broca (incluye, entre otros signos, al tartamudeo), afasia de Wernicke (expresiones faltas de coherencia, neologismos, sustitución de términos sin un sentido lógico, etc), afasia de conducción (le impide a quien la padece la repetición y suele aparecer con un cuadro de apraxia), afasia global (alteraciones que influyen tanto al expresarse como al comprender un mensaje), afasia transcortical motora (la capacidad espontánea para hablar sufre limitaciones importantes), afasia transcortical sensorial (hay limitaciones en la capacidad de comprender pero se conserva la repetición) y afasia transcortical mixta (no existe comprensión y la espontaneidad del diálogo es pobre).