La teoría indica que la radioterapia es un método basado en radiaciones para tratar diferentes clases de cáncer. En este marco, se expone al paciente a dosis elevadas de radiación con el propósito de generar la destrucción de las células cancerosas y lograr así la reducción de los tumores.
De acuerdo a quienes se especializan en el tema, existen dos modalidades principales de radioterapia: una de haz externo para tratamientos localizados y otra conocida como radioterapia interna que implica trabajar por dentro del organismo ya sea con una fuente líquida o sólida de radiación. Colocar fuentes radiactivas de manera encapsulada cerca de un tumor es un procedimiento denominado braquiterapia, mientras que la distribución por vía intravenosa se reserva para la radiación líquida.
Por otra parte, es interesante informar que, en ocasiones, se apela a la radiación intraoperativa para atacar al cáncer de modo directo durante una intervención quirúrgica sin tener que atravesar la piel. La radioterapia estereotáctica y la radioterapia de intensidad modulada son otras técnicas a tener en cuenta en función de las necesidades y el estado de cada individuo que requiere este tratamiento.
Analizar cada caso es fundamental para saber, además, si se trata de una radioterapia exclusiva (es decir, que es el único tratamiento que se realiza), adyuvante (como complemento de una cirugía, por ejemplo) o sincrónica (llevada a cabo de manera simultánea a otro tratamiento). También se puede distinguir entre radioterapia paliativa (focalizada en el alivio de los síntomas) y radioterapia curativa o radical (apelando a dosis altas y a sesiones numerosas para combatir el tumor).