El término ‘proxy’ no figura, al menos por el momento, en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) pero, de todos modos, es una palabra muy utilizada en la actualidad.
Los expertos en Informática, por ejemplo, identifican como servidor proxy al dispositivo o programa que funciona como intermediario frente a las peticiones de recursos que un cliente le realiza a otro servidor. El llamado proxy caché, en este marco, se dedica a conservar contenidos previamente solicitados para agilizar la respuesta en próximas peticiones, mientras que el proxy de Web posee aplicaciones concretas (filtrar contenidos, mejorar la velocidad, etc). El Cross-Domain Proxy, el proxy abierto, el proxy NAT, el proxy inverso, el proxy transparente y el proxy SOCKS son otras opciones a considerar por las particularidades de cada uno.
También es interesante saber que la expresión ‘proxy ARP’ alude a una técnica que permite valerse del protocolo de resolución de direcciones a fin de ofrecer un método de enrutamiento ad hoc.
Entendido como un patrón de diseño, por ofrecer más precisiones sobre esta noción, el proxy proporciona un intermediario o subrogado para poder tener un control sobre un objeto. Puede haber entonces un proxy de protección (como controlar la llegada al objeto original), un proxy de referencia inteligente, un proxy virtual (con la capacidad de crear objetos en base a una demanda) y un proxy remoto (funcionando a nivel local como un representante de un objeto remoto).
Por último, es interesante conocer la existencia de proxy climáticos (vinculados a la meteorología) y de la variable proxy en el ámbito de la Estadística.