Para que algo esté en buen estado por mucho tiempo y logre conservar sus cualidades a lo largo de varios periodos es necesario realizar tareas de mantenimiento.
En múltiples ámbitos, actividades y situaciones se requieren acciones de mantenimiento a fin de preservar o restaurar un elemento, como ocurre por ejemplo con los vehículos, los medios de elevación, los equipos de calefacción, los instrumentos musicales, las edificaciones, los equipos informáticos, los jardines y parques, etc.
En ocasiones, según se advierte en la práctica, alcanza con un mantenimiento de conservación para contrarrestar los deterioros generados por el uso o por la influencia de factores externos que repercuten en el objeto en cuestión pero que no llegan a dañarlo en profundidad o a dejarlo sin posibilidades de utilización. En este marco hay que saber diferenciar entre mantenimientos correctivos (sirven para solucionar averías o revertir eventuales defectos, el cual puede ser inmediato o diferido de acuerdo al momento en que se efectúe el arreglo) y mantenimientos preventivos (que pueden ser programados, predictivos o de oportunidad y buscan adelantarse a cualquier daño o contingencia que pueda provocar problemas en el funcionamiento de un equipo o de un sistema). Como parte de la prevención se tiene en cuenta además al mantenimiento legal, una práctica obligatoria para garantizar la seguridad de instalaciones industriales o equipos, por dar algunas precisiones al respecto.
Asimismo, hay quienes llevan a cabo mantenimientos de actualización para no quedarse en el tiempo con exigencias o necesidades que van surgiendo para modernizar aparatos o modos de trabajo.