La idea de locura, una palabra que refiere al estado donde falta juicio o razón para actuar con coherencia a raíz de un desequilibrio mental, está presente en múltiples ámbitos, permitiendo que se extienda así el uso de este término y se diversifiquen sus acepciones. En la práctica, hacer una locura significa sorprender con una acción desacertada y fuera de lo común (“Si no llegaba su hermana a tiempo, el joven seguramente iba a cometer una locura”, “En un instante de locura, el hombre rompió los vidrios e ingresó a la oficina del director furioso porque un empleado no le solucionó su problema”), así como también se suelen generar expresiones como “la amo con locura” o “te extraño con locura” para marcar la intensidad con la cual se siente algo.

Al buscar información sobre el tema, descubrimos que la locura no solamente se vincula a una enfermedad que puede llegar a padecer un ser humano: también se reconocen como alternativas a tener en cuenta la locura ritual, la locura poética (entendida como la inspiración), la locura profética y la locura amorosa. Es posible además hacer alusión a la locura filosófica.

Si tenemos en cuenta el tema, el contexto o la actividad que desencadena un estado de locura, por otra parte, podemos enmarcarla como una locura deportiva, una locura gastronómica, una locura política, una locura turística o una locura estudiantil, por enumerar algunas opciones. Su alcance y su frecuencia, en tanto, pueden precisarse al presentarla como una locura temporal o transitoria, una locura universal, una locura nacional, una locura familiar, etc.