El acto, así como la consecuencia, de licitar algo (es decir, de subastar o hacer un concurso público) se define como licitación.

Según en qué ámbito se impulsen, es posible diferenciar entre licitaciones federales (llevadas a cabo por dependencias federales o estados y municipios con un cargo parcial o absoluto a fondos federales), licitaciones estatales (las cuales, a su vez, pueden segmentarse de acuerdo a sus fondos en licitaciones estatales con presupuesto propio o licitaciones estatales con presupuesto federal) y licitaciones municipales.

También es importante saber que, en el caso de una licitación pública, hay condiciones que les otorgan un carácter presencial (las propuestas se presentan en sobre cerrado y ante la presencia física del licitante), un carácter virtual (si los actos se desarrollan mediante vías de comunicación electrónica) o un carácter mixto (se puede participar ya sea de manera presencial o a distancia gracias a la tecnología). Las licitaciones privadas, por su parte, no se convocan de manera pública sino que apuntan a compañías específicas.

El alcance del proceso o la nacionalidad de quienes intervienen, asimismo, da lugar a las categorías de licitación nacional (exclusiva para empresas y personas del país donde se convoca la licitación), licitación internacional abierta (apta para participantes nacionales y extranjeros) y licitación internacional bajo cobertura de tratados (en suelo mexicano, por ejemplo, son aquellas donde intervienen firmas nacionales y extranjeras de naciones con las cuales México tenga acuerdos comerciales con opción de adquisiciones gubernamentales).

Por otra parte, es interesante tener presente que hay licitaciones abiertas (todos los interesados pueden presentarse), licitaciones selectivas (exclusiva para invitados a la licitación) y licitaciones restringidas (caso especial en el cual quien licita contacta a los proveedores uno por uno).