El concepto de inhibidor se utiliza como adjetivo a nivel general para identificar a todo elemento capaz de inhibir algo o el accionar de alguien. Hay, en este marco, una amplia variedad de categorías que nos permiten descubrir y reconocer cómo se aprovecha esta noción en la práctica.

Los expertos en cuestiones tecnológicas, por señalar un caso concreto a modo orientativo, describen como inhibidores de frecuencias a los dispositivos electrónicos que, mediante las ondas electromagnéticas que emiten, bloquean en un radio cercano el funcionamiento de otros aparatos. Los inhibidores satelitales de GPS, por ejemplo, son equipos aprovechados con fines delictivos a fin de evitar el rastreo de un vehículo robado.

Si hacemos foco en enzimas y moléculas, por otra parte, lograremos entender en qué consiste la idea de inhibidor enzimático, que sirve para regular el metabolismo, entre otras ventajas. Al profundizar en el tema tenemos la posibilidad de diferenciar entre inhibidores reversibles (unidos a las enzimas a través de interacciones no covalentes, pudiendo segmentarse a su vez en inhibidores competitivos, inhibidores no competitivos o inhibidores mixtos) e inhibidores irreversibles (no puede invertirse la inhibición).

De centrar la atención en los medicamentos que funcionan como inhibidores, aparecerán como alternativas a tener en cuenta el inhibidor de fusión (también conocido como inhibidor de entrada, empleado para tratar la infección de VIH), el inhibidor de la ciclooxigenasa 2 (antiinflamatorio no esteroideo) y el inhibidor de recaptación (propio de fármacos recetados para la depresión y los trastornos de ansiedad, por ejemplo), por detallar tres posibilidades a modo de referencia.