Una guarda es mucho más que el acto de guardar algo (“Mi mamá guarda su dinero en una caja de zapatos”, “La abuela siempre le guarda una porción de su comida favorita”). Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), esta palabra también hace alusión a la situación de tener o conservar algo bajo responsabilidad, custodia o tutela, a una pieza de las cerraduras que impide girar la llave, a una varilla de los abanicos y a las hojas del comienzo y el final de los libros encuadernados, por indicar otras interpretaciones.

En el plano de la religión, se considera que el Ángel de la Guarda es aquel que Dios ha asignado para proteger a cada uno de nosotros, mientras que los expertos en cuestiones jurídicas hacen referencia a guardas judiciales preadoptivas, guardas de hecho, guardas provisorias, guardas integradas a la patria potestad y otras que no se vinculan a ella, guardas simples, guardas notariales, guardas administrativas y guardas originarias, por enumerar algunas de las categorías relacionadas a finalidades y formas de otorgamiento, entre otras variables.

De buscar más referencias de uso, cobrarán relevancia expresiones como “guarda de vista” (cuando alguien nunca pierde de vista al ser o bien que debe guardar, custodiar), “guarda mayor del rey” (en la antigüedad se definía así a un empleo de carácter honorífico en los palacios), “guarda mayor del cuerpo real” (en otros tiempos era un oficio de alta dignidad junto a los reyes) y “guarda jurado” (nombrado por una autoridad para ejercer una cierta función tras prestar juramento).