El concepto de fracción admite muchas clasificaciones e interpretaciones. El término, que en líneas generales hace alusión a la fragmentación o división de una cosa en varias partes pero también puede referir a un instante (“Fue una fracción de segundo, me distraje y cuando quise reaccionar, ya estaban los delincuentes dentro de mi hogar”), está presente en los ámbitos de la Química y la Matemática.

Se pueden distinguir diferentes tipos de fracciones, cada una con particularidades que permiten diferenciarlas del resto. Las fracciones propias, por ejemplo, son aquellas donde el denominador es mayor que el numerador (4/7, por indicar un caso a modo de referencia). En las fracciones impropias, en cambio, la cantidad más grande está en el numerador (tal como ocurre con 8/3).

Las fracciones decimales, por su parte, se caracterizan por tener a una potencia de diez como denominador, mientras que las fracciones continuas se arman a partir de la suma de una cifra y una fracción en la cual el denominador resulta de la suma de un número y una fracción.

Asimismo, es posible trabajar con fracciones reducibles (pueden ser simplificadas porque no hay números primos entre sí en el numerador y denominador), fracciones irreducibles (en el numerador y denominador hay números que son primos entre sí), fracciones inversas (resultante de otra fracción pero con ambas partes invertidas), fracciones enteras o aparentes (representan números enteros), fracciones equivalentes (comparadas con otras, tienen el mismo valor), fracciones heterogéneas (con distintos denominadores respecto a otras), fracciones homogéneas (comparten el denominador con otras fracciones) y con fracciones unitarias (cuyo numerador es 1), por señalar otras posibilidades que demuestran la diversidad existente en este conjunto.