El concepto de energía alternativa engloba numerosas fuentes de energía que se han comenzado a implementar en las últimas décadas en diferentes rincones del mundo pero es necesario tener presente que no existe una única definición para identificar a este conjunto. Mientras algunos expertos vinculan la expresión simplemente a las energías renovables, otros extienden su alcance para abarcar a todas las modalidades que escapan a los métodos tradicionales y que no exigen quemar combustibles fósiles. La energía nuclear o atómica (surgida a partir de la liberación ya sea artificial o espontánea de energía como consecuencia de una reacción nuclear), en este marco, aparece contemplada como una forma de energía alternativa.

La energía geotérmica (en la cual adquiere especial relevancia el calor atesorado en el interior de nuestro planeta), la energía hidráulica (aquella que gira en torno al aprovechamiento de las energías potenciales y cinéticas del agua), la energía solar (donde se aprovecha la luz del sol) y la energía eólica (en la cual se saca ventaja del viento) son algunas de las clases de energía alternativa más extendidas a nivel mundial. También la biomasa puede llegar a emplearse como fuente de energía alternativa bajo ciertos parámetros y condiciones.

Es importante tener en cuenta que, de acuerdo a la teoría más general, la energía alternativa es aquella que, por ser más moderna, eficiente (da mejores resultados utilizando una amplia gama de recursos que permiten evitar la explotación de fuentes no renovables o que tienen consecuencias negativas sobre el medio ambiente) y ecológica (por tener menos efectos contaminantes) resulta útil para reemplazar las fuentes de energía convencionales.