Cuando cada noche llega el momento de dormir, muchas familias comparten un momento entretenido leyendo libros para cautivar a los más pequeños. Algunas de esas obras pueden llegar a incluir fábulas, un tipo de relato de ficción que se caracteriza por ser breve e incluir una moraleja a modo de enseñanza. Estas historias, además, son narradas o leídas en las escuelas porque divierten y dejan un mensaje interesante como lección.
La fábula milesia es una de las alternativas disponibles. En este caso, se trata de una novela o cuento que únicamente busca deleitar a los lectores en un momento de recreación. La fábula togata, en cambio, es un estilo de comedia clásica centrada en personajes, costumbres y escenarios romanos, mientras que la fábula paliata nace al traducir y adaptar alguna comedia nueva de origen griego.
Al repasar los textos que, a lo largo de la Historia, han enriquecido al conjunto de las fábulas también ganan protagonismo las fábulas agonales y las fábulas etiológicas. El primer grupo mencionado ofrece narraciones segmentadas en tres momentos clave: una situación que motiva acciones, un agón o evaluación y una conclusión. La fábula etiológica, en tanto, tiene estructura narrativa en la cual se explica una realidad y no se sugiere una conducta a poner en práctica.
Después de repasar diversas clasificaciones, resulta interesante recordar también que, aún en la actualidad, se leen y disfrutan muchas fábulas de Esopo, creador de historias como “La gallina de los huevos de oro”, “La liebre y la tortuga” y “El ratón de campo y el ratón de ciudad”. También el francés Jean de La Fontaine ha realizado valiosos aportes para los aficionados a las fábulas.