La idea de dialecto está unida de manera directa con el concepto de lingüística, ya que identifica a un sistema o estructura que deriva de una lengua que puede estar, o no, extinguida. En otras palabras, es una variedad de una cierta lengua importante, por ejemplo: dentro de los dialectos surgidos del latín se puede mencionar al español.
Al tomar en cuenta diferentes criterios para analizar la temática aparecen múltiples categorías, incluso algunas que no se relacionan con el modo de expresión cotidiano de la mayoría de la gente. Así ocurre por ejemplo con los dialectos de programación, que son utilizados por los programadores teniendo como base un lenguaje de programación estándar.
Los dialectos sociales, en cambio, son aquellos que marcan el nivel y el ámbito en el cual una persona perteneciente a una cierta clase social se expresa. Hay niveles de jerga, cultos, coloquiales y hasta vulgares en el plano diario: la diferencia está en la riqueza o simplicidad del léxico, en la variedad de términos empleados, si se abusa o no de las muletillas y en el modo general de cómo uno habla o se dirige a otro.
Si hacemos foco en los dialectos geográficos, por otra parte, detectaremos pequeños cambios respecto a la lengua madre a raíz de la influencia de la región o zona donde surge el acto de comunicación. En las regiones españolas de Andalucía, Melilla y Ceuta, por señalar un caso puntual, es común que muchos pobladores apelen, a la hora de expresarse, al dialecto andaluz, una variedad que deriva del castellano histórico.