A diario mantenemos diferentes clases de conversación. Según el tema o las personas involucradas, podemos llegar a lograr en un mismo día conversaciones o charlas de lo más diversas.
Si los diálogos los tenemos en nuestro propio hogar con un hijo, una madre o un abuelo, por proponer algunas posibilidades, serán considerados conversaciones familiares. De implicar un contenido sensible o que exige confidencialidad, además serán enmarcadas en la categoría de conversación privada.
De platicar con un jefe o compañero de trabajo acerca de cuestiones propias del empleo, en cambio, serán conversaciones laborales. Del mismo modo, dos alumnos o un estudiante con un profesor que aborden temas relacionados al aprendizaje pueden llevar adelante conversaciones estudiantiles o escolares.
Si el contenido de una charla hace foco en el fútbol, el tenis o el básquet, asimismo, se describirá la situación como una conversación de carácter deportivo, así como un diálogo sobre precios y variables económicas será catalogado como una conversación de índole financiera.
Cabe resaltar además la existencia de un marco formal e informal para clasificar a las charlas. Una conversación con fines de negocio o que involucra a una personalidad de alto rango o jerarquía, por ejemplo, será formal, mientras que el intercambio amistoso de palabras con un amigo tendrá características informales. Hay, asimismo, conversaciones más extensas que otras y por diferentes medios: hay conversaciones en persona, conversaciones telefónicas, conversaciones a través de programas de mensajería instantánea, etc.
Otro aspecto interesante: si estamos en otro país o, simplemente, dialogamos con un extranjero y nos vemos obligados a utilizar un idioma que no es nuestra lengua materna, entonces llevaremos a cabo conversaciones en otro idioma. También puede ocurrir que haya conversaciones típicas de hombres (la belleza femenina, los deportes, los negocios) y conversaciones típicas de mujeres (la maternidad, los hombres, los cuidados estéticos, etc).