La idea de coherencia tiene múltiples aplicaciones y permite marcar la unión, lazo y el carácter lógico de diferentes cuestiones. En la vida cotidiana, por ejemplo, se suele aconsejar coherencia entre lo que uno piensa, dice y hace; es decir, si alguien está convencido de la importancia de cuidar el medio ambiente y participa en charlas de concientización con un discurso a favor de la ecología sería incoherente que tire colillas de cigarrillos al mar o tale árboles y tendría coherencia su militancia dentro de organizaciones pro naturaleza.

En contextos más específicos, se puede distinguir la coherencia entendida desde la Física, disciplina donde se reconocen la coherencia temporal (vinculada a la fase de energía de la onda en un cierto punto analizado en dos momentos distintos), la coherencia cuántica (asociado al estado cuántico que conserva su fase a lo largo de un determinado periodo temporal) y la coherencia espacial (vínculo de fase determinado por puntos diferentes de un segmento transversal de un haz luminoso).

Los expertos en Lingüística, en tanto, trabajan con coherencia textual, tal como se describe a los textos bien estructurados donde las oraciones se complementan en función de la idea principal para ofrecer un significado o dato global. Quienes se especializan en el campo de la Lógica, por su parte, interpretan a la coherencia como una propiedad que puede aparecer en varias fórmulas.

Distinto es el caso de aquellos que poseen conocimientos de Informática, ya que aluden a expresiones como coherencia de datos, coherencia de memoria y coherencia de caché para marcar aspectos y rasgos de actividades referidas a equipos informáticos.