No importa la edad que uno tenga ni en qué temas se especialice: a raíz de cuestiones de trascendencia social que llegan a ser noticia, nadie es ajeno al concepto de corrupción. Claro que, tal vez, alguno de ustedes no llegue a comprender por completo qué es y en qué ambitos se aplica esta palabra: por eso a continuación ampliaremos la información teórica sobre este término y proporcionaremos detalles de cada categoría que amplía el alcance de dicho vocablo.

En líneas generales, hay que decir que corrupción refiere al acto de corromper. Desde ahí, se abre un abanico de posibilidades que le da a esta noción un contexto según cada campo de aplicación.

Cuando se habla, por ejemplo, de “corrupción de costumbres” se busca hacer foco en los abusos o alteraciones que modifican cosas que no son materiales. Los expertos en Derecho, por su parte, apelan a la expresión “corrupción de menores” para identificar a un delito basado en el desarrollo de actividades vinculadas a la prostitución de personas menores de edad.

De buscar más usos prácticos, encontraremos las opciones de corrupción policial (cuando hay chantajes, sobornos, extorsiones y otros actos indebidos para conseguir algún beneficio por parte de integrantes de las fuerzas policiales), de corrupción política (cuando los funcionarios en ejercicio hacen una utilización ilegítima de información privilegiada, cuando apelan a sus influencias para obtener favores, etc) y de corrupción empresarial (cuando los sobornos y las actividades ilegales apuntan a favorecer los intereses de una empresa).

En lenguaje de programación, en tanto, se alude a la idea de “corrupción de memoria” para indicar que, en un determinado programa, se advierten modificaciones involuntarias en el contenido de una dirección de memoria a raíz de un error de programación.