Todo lo que vibra, es decir, que al moverse provoca una oscilación de moléculas, genera una vibración.
Cuando numerosos átomos están afectados por este fenómeno, se hace referencia a la vibración molecular. En este marco pueden reconocerse dos clases de vibraciones: una de flexión (que a su vez se subdividen en las categorías de torsión, balanceo, tijereteo y aleteo según el ángulo generado por un par de enlaces) y otra de tensión (representa una alteración continua de la distancia interatómica respecto al eje de unión entre un par de átomos).
La vibración electrónica, por su parte, se detecta en los electrones que se trasladan por los circuitos y piezas electrónicas al ser estimulados por una diferencia de potencial.
Cabe resaltar que, de acuerdo a cómo surja y a cómo se desarrolle la vibración, se da lugar a un gran número de categorías. Según su extensión se describen como vibraciones parciales o vibraciones globales; según su desarrollo, como vibraciones aleatorias, vibraciones no periódicas y vibraciones periódicas; según su procedencia, como vibraciones surgidas por el funcionamiento de materiales o maquinarias, vibraciones producidas por fenómenos de transformación, vibraciones provocadas por fallos del equipo.
Distinto es el caso de la llamada vibración deportiva, ya que con ese nombre se identifica a una competición de carácter deportivo y artístico que, de manera anual, se lleva a cabo en una institución educativa de Paraguay.
Al buscar otras aplicaciones prácticas que demuestren la diversidad de significados de esta noción, también aparecen como alternativas a tener en cuenta la vibración magnética de los colores, la vibración de la voz y la vibración musical, entre muchas otras.