Un tratamiento térmico consiste en llevar a cabo procedimientos con variables controladas de velocidad, temperatura, presión, etc. para calentar o enfriar metales o bien una aleación en estado sólido. Como existen varias alternativas para desarrollar esta tarea, en los párrafos siguientes brindaremos información precisa sobre las opciones más comunes.
Hay materiales que, por ejemplo, pueden ser sometidos al tratamiento térmico conocido como templado o temple. Se basa en enfriar el elemento de manera rápida para conseguir ciertas propiedades. Con esta técnica se evita, por describir una posiblidad valorada por los expertos, que se formen estructuras cristalinas.
A fin de modificar su dureza y alterar su capacidad de resistencia mecánica, asimismo, se puede apelar al tratamiento térmico conocido como revenido. Se trata de una técnica que complementa al temple: cuando ambos se combinan, los expertos suelen hacer referencia a un “bonificado”.
Con el recocido, por otra parte, se ablanda y se recupera el metal al eliminar sus tensiones internas. El tratamiento, en este caso, consiste en llevar el material hacia una cierta temperatura elevada y dejar que, con el horno apagado, vaya disminuyendo de manera pausada su temperatura. Se pueden distinguir en este marco procesos de recocido de homogeneización, recocido de regeneración, recocido de globulización y recocido de subcrítico, cada uno aplicado en materiales específicos para conseguir diferentes resultados.
Otras clases de tratamientos químicos que aportan variedad a este conjunto de tareas: el llamado normalizado (por lo general, es una alternativa que se aplica antes del temple y del revenido), la precipitación, la recuperación, etc.