Hay muchas palabras que pronunciamos a diario sin detenernos a pensar que ese mismo vocablo posee muchas otras aplicaciones respecto a la que le damos en cada oportunidad. Así sucede, por ejemplo, con la idea de terminal.
Terminal puede ser alguien que está enfermo (“es un paciente terminal”) y el lugar de donde salen y hacia donde arriban distintos medios de transporte (“terminal de ómnibus”, “terminal aérea”). Asimismo, es posible usar la noción en un ámbito informático, vinculado a la electricidad o bien con referencias hacia la Botánica. Así entonces, se puede hacer alusión a un flor u hoja terminal, a una parte de un conductor apropiado para garantizar una conexión eléctrica o a un dispositivo apto para recibir datos de un equipo informático u ofrecer información a una computadora.
Al profundizar nuestros conocimientos acerca de las numerosas acepciones de este concepto, encontramos una interesante variedad de categorías. Existen, por mencionar casos concretos asociados al vocabulario propio de los expertos en computación y cuestiones informáticas, los terminales de texto, los terminales gregarios o tontos, los terminales inteligentes, los terminales gráficos, los terminales de puntos de venta y los terminales X.
Claro que, al expandir los criterios de búsqueda, adquieren relevancia también la terminal petrolera de Hertfordshire (depósito de petróleo situado en Reino Unido), las antenas conocidas como terminales de apertura muy pequeña, la terminal Puente Aéreo (terminal aérea localizada en el Aeropuerto Internacional El Dorado, Colombia), la balística terminal y las terminales satélites, por citar otras clases de terminales a modo de referencia.