La idea de testamento no refiere únicamente al documento que uno elabora para dejar constancia de su última voluntad acerca del destino de dinero y/o bienes tras su fallecimiento: también, por ejemplo, hace alusión a una serie de textos religiosos.
Con la intención de aclarar dudas sobre significados y ofrecer información interesante que mejore el vocabulario y los conocimientos generales, en los párrafos siguientes describiremos las distintas clases de testamento que se pueden reconocer.
Existe, por ejemplo, los testamentos ológrafos, los cuales se redactan de puño y letra y son firmados por el mismo interesado. Los testamentos abiertos, en cambio, surgen de palabra frente a algunos testigos y son protocolizados como escrituras públicas.
Por su parte, los testamentos adverados son aquellos que se ajustan a reglamentos formales fijados por el fuero antes de ser validados como escrituras públicas, mientras que los testamentos cerrados se caracterizan por conservarse en sobre cerrado y sellado. Asimismo, se puede reconocer al Testamento de los Patriarcas, tal como se conoce a un libro bíblico de carácter apócrifo que se atribuye a las voluntades de los doce descendientes de Jacob. El Testamento Político de Luis XVI (desarrollado, según se cuenta, en junio de 1791) es otro documento que adquiere relevancia cuando uno investiga acerca de este tipo de escritos. También, en este marco, es posible citar como alternativa al Testamento de Simón Bolívar, un material elaborado en Santa Marta en diciembre de 1830.
Otras clases de testamentos que diversifican al concepto: testamento de hermandad, testamento marítimo, testamento militar, testamento por comisario, testamento sacramental, Antiguo Testamento, testamento inoficioso, testamento mutuo, testamento vital.