Para lograr asimilar información, ampliar los conocimientos e incorporar saberes de distintas disciplinas el ser humano, a lo largo de su vida, apela a múltiples técnicas o estrategias que lo ayudan en su proceso de aprendizaje, independientemente de la temática o la disciplina estudiada. El objetivo es conseguir, por medio de estos métodos, retener datos en la memoria, interpretar textos para extraer de ellos las ideas principales y organizar información para poder fusionarla, compararla o complementarla.

Dentro de este conjunto de prácticas que apelan a estimular la memoria y el entendimiento se enmarcan numerosas actividades, algunas más sencillas que otras.

Al buscar técnicas de estudio que todo estudiante puede adoptar sin mayores dificultades a la hora de prepararse para rendir un examen aparecen el subrayado y la elaboración de un resumen.

El desarrollo de un cuadro sinóptico, tomar apuntes durante la clase, apelar a los mapas mentales, el recurso de los acrónimos, el método bautizado como Black-Red-Green (por los colores utilizados al subrayar partes del texto analizado), el reconocimiento y marcado de palabras clave, distinguir las ideas principales y las secundarias y el recitado son, entre muchas otras acciones, actividades contempladas como técnicas de estudio.

Si bien esta enumeración da cuenta de la existencia de un gran número de procedimientos para estudiar, no todos resultan apropiados para todos los casos. Lo ideal, pues, es que todo alumno tenga a disposición estas estrategias, las ponga a prueba para evaluar su eficacia y aproveche el método que más le convenga, le resulte cómodo o le de buenos resultados.