Quienes disfrutan cocinar suelen encontrar en las tartas una alternativa para desarrollar su creatividad, aprovechar distintos ingredientes como relleno y generar tanto platos dulces como salados.

Una tarta (palabra originada en el vocablo francés tarte) es un pastel que por lo general tiene formato redondo, está recubierto por masa y puede elaborarse sin mayores complicaciones con casi cualquier alimento que uno tenga en el hogar. Se las puede consumir tanto frías como calientes, en función de qué relleno posean y las preferencias de cada consumidor.

Hay tartas individuales (de tamaño pequeño, pensadas para una única porción), tartas medianas y tartas grandes, así como también se las puede clasificar según los sabores que ofrezcan como tartas dulces (como la tarta de chocolate o la de coco y dulce de leche) y tartas saladas (como la tarta de jamón y queso, la de atún, la de berenjenas o la de pollo y calabaza).

Asimismo, se puede hacer referencia a las tartas frutales (de duraznos, frutillas, limón, naranja, ananá o rellenas con kiwi o banana, por mencionar algunas posibilidades) y a las tartas de verdura (de espinaca, acelga, etc).

Por otra parte, se puede marcar una diferencia entre las tartas abiertas (en las cuales es posible observar el relleno sin necesidad de cortar una porción) y cerradas (las más comunes, con dos capas de masa unidas por los extremos).

Tartas aptas para celíacos, tartas que pueden consumir los diabéticos, tartas para vegetarianos, tartas light… como se puede advertir, son infinitas las alternativas existentes en materia de tartas.