Siniestro, palabra que tiene su origen en el vocablo en latín sinister, es un término de amplio alcance que puede interpretarse de distintas maneras, según cómo se lo aplique.

En primer lugar, sirve para aludir al daño, cualquiera sea su gravedad, que puede llegar a ser cubierto por un seguro (en este ámbito es usual que se manejen expresiones como las de siniestro total para casos de destrucción absoluta; de siniestro parcial, cuando sólo se produjo la pérdida o un daño severo en una parte del bien que ha sido asegurado; de siniestro declarado, si se trata de algo contemplado dentro del contrato firmado entre asegurado y aseguradora; de siniestro pagado, cuando la compañía de seguro cubre la totalidad de la indemnización frente a una eventualidad contemplada en el contrato y de siniestro pendiente, si el asegurado no ha recibido la indemnización de manera completa), así como también se aprovecha la noción para identificar a aquello que tiene relación con algo malo.

Por otra parte, esta idea se usa en el campo del Derecho para mencionar el tipo de servicio prestado por una compañía aseguradora y fijado en el contrato de seguro y funciona como adjetivo en múltiples circunstancias.

Según se deduce de la práctica, se habla de siniestro para especificar que una cosa o lugar se localiza sobre el lado izquierdo y para presentar a una cosa o ser como maligno, espantoso o perverso (“Es un hombre siniestro con habilidad para manipular y engañar a la gente”, “A la joven la encontraron en un sótano, un lugar sucio, oscuro, siniestro…”).