Muchas son las interpretaciones y aplicaciones que posee, en nuestro idioma, el concepto de sesión. Esta palabra, que deriva del vocablo en latín sessĭo de acuerdo a la información suministrada por la Real Academia Española (RAE), se puede definir como el periodo temporal destinado al desarrollo de una actividad específica; aprovechar para describir a cada uno de los encuentros contemplados en el marco de un congreso, concilio o convención y se puede utilizar también para identificar a cada cita o función a la cual alguien asiste por obligación o voluntad propia.

Cuando un plan, tema o actividad se repite de modo rutinario, por mencionar una posibilidad concreta, se habla de sesión continua, mientras que las jornadas de trabajo artístico que tienen por lo general como protagonistas a modelos, actores o personalidades que posan ante una cámara para realizar una campaña o salir en una publicación impresa se conocen como sesiones fotográficas.

Si uno recopila más información sobre el campo de aplicación de esta noción, no tardará en conocer o recordar (en el caso de haber aprendido antes las particularidades de cada categoría) la existencia de sesiones propias de una Cámara de Diputados (contexto en el cual se llevan a cabo tanto sesiones ordinarias como sesiones extraordinarias); de sesiones de masajes (cuya duración y técnica varía según las preferencias o necesidades de cada individuo) y de sesiones de quimioterapia (a las que deben someterse los pacientes oncológicos), por incluir otras alternativas a modo de referencia.

Un detalle: al analizar las diversas clases de sesiones que pueden reconocerse no debe confundirse este término con cesión, palabra que se pronuncia igual a la otra pero se escribe con ‘C’ y se interpreta como el acto de ceder algo.