Mucho se habla en la vida cotidiana de los servicios que se ofrecen o se contratan en diversos contextos pero poco se indaga en los orígenes de este concepto y en los alcances que posee a la hora de abarcar múltiples propuestas. Por esa razón, en esta oportunidad proponemos conocer más en detalle las particularidades de esta noción.
En primer lugar, resulta interesante mencionar que servicio es una palabra derivada del vocablo latino servitĭum. Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), el término se emplea cuando se busca hacer referencia al acto y la consecuencia de servir, así como para aludir a un grupo de sirvientes y/o criados. Otras acepciones lo presentan asociado a los cultos religiosos; a las prestaciones, favores o asistencias que alguien le proporciona a otros individuos, una entidad o al propio Estado; a la organización, detalles y utensilios de una mesa preparada para que alguien almuerce o cene allí y a todo el sector que trabaja para cubrir ciertas necesidades de la población.
Ante estas numerosas definiciones, surgen distintas categorías, algunas más comunes que otras, como sucede al hablar de servicio doméstico, servicio de reparaciones, servicio militar o servicio de mesa frente a expresiones propias de un rubro como ocurre con el servicio activo o el servicio mínimo en Derecho, el servicio de lanzas, el servicio discrecional y el llamado servicio extraordinario.
Más allá de las clasificaciones mencionadas líneas arriba, también es posible hacer foco en el significado de cuestiones como el servicio de atención al cliente, el servicio de correos, el servicio técnico y el servicio de inteligencia, por citar otras alternativas que amplían el alcance del concepto.