Dentro del conjunto de las lamiáceas se destaca el género de la salvia, tal el nombre que reciben numerosos arbustos anuales, perennes y hierbas bienales. Se trata de una vegetación que puede alcanzar los ocho decímetros de altura, se luce a través de flores organizadas en espigas de tonos azulados y ofrece frutos secos. Las hojas de esta especie, por lo general, se aprovechan por sus propiedades astringentes.

En naciones como la uruguaya, la argentina y la cubana, asimismo, se identifica como salvia a una planta perteneciente a la familia de las Verbenáceas que desprende un gran aroma y se destina a tratamientos naturales para tratar, entre otras problemáticas, las hemorroides.

A nivel general, puede decirse que la salvia es valorada en diversos rincones del mundo como planta ornamental, así como por sus beneficios medicinales y por ser un buen condimento para ciertas preparaciones gastronómicas.

Al tratarse de un grupo amplio de arbustos, al buscar precisiones sobre ella adquieren relevancia múltiples especies y variedades, entre las que se pueden mencionar a la salvia judaica (nativa de la zona del Mediterráneo), a la salvia nemorosa (fácil de hallar en praderas y baldíos de gran parte del continente europeo), a la salvia interrupta (oriunda de Marruecos), a la salvia leucantha (especie propia de México que también suele denominarse como salvia rabo de gato), a la salvia blanca o apiana (empleada, en particular, en ritos de purificación y en actos para alejar a los malos espíritus) y a la salvia canariensis (nativa de las Islas Canarias), entre muchas otras.