La idea de secreción deriva del vocablo latino secretĭo y, hoy en día, se utiliza en primer lugar para aludir al acto y consecuencia de secretar. Asimismo, sirve para marcar una separación o división y, en Medicina y Biología, para describir diversas realidades y sustancias.
En líneas generales, se puede hacer una diferenciación grande que agrupe, por un lado, a las secreciones en los seres pluricelulares (organismos que tienen glándulas endocrinas y exocrinas y, por lo tanto, producen secreciones tanto internas como externas) y, por otro, a las secreciones propias de las bacterias (las cuales pueden ser de múltiples tipos de acuerdo a la complejidad que posea cada proceso).
De acuerdo a los expertos, es posible reconocer entre todas las sustancias generadas por un ser vivo a las secreciones internas (tal como se conoce al grupo de hormonas que se elaboran en las glándulas endocrinas), las secreciones vaginales (líquidos de origen biológico que deben ser analizados porque, si bien la mayoría es consecuencia de procesos normales en la mujer, también pueden ser evidencia de infección) y las secreciones celulares (también conocidas como exocitosis), por citar algunas referencias.
De buscar mayor información sobre el alcance de esta noción e investigar dónde pueden presentarse secreciones a raíz de diferentes fenómenos o inconvenientes, entonces podremos sumar al listado del párrafo anterior a las secreciones oculares, las secreciones nasales, las secreciones del oído, las secreciones sebáceas y a las secreciones gastrointestinales para tener mayores precisiones acerca de las distintas clases de sustancias que puede secretar un organismo.