La escuchamos desde recién nacidos según la elección de nuestros padres. La enseñan como materia en el colegio. La reproducen por la radio y sirve como cortina para telenovelas e informes televisivos. Se la puede disfrutar en vivo (en un concierto o show) o bien a través de un disco grabado por uno o más intérpretes. Sí, estamos hablando de la música, un arte que se logra al combinar instrumentos y/o voces de forma armónica para desarrollar una melodía y respetar un cierto ritmo.
De acuerdo al origen de cada propuesta musical, el público al que esté dirigido cada tema y a los elementos que intervienen en el proceso de creación de una canción pueden reconocerse diversas categorías que permiten descubrir al amplio abanico de opciones en materia musical.
Existe, por ejemplo, la música vocal, una alternativa adaptada para lograr que se luzca la o las voces que la interpretan, así como la música rítmica es aquella donde prevalece el aspecto de la métrica y el ritmo.
Cuando una canción se arruina a raíz de instrumentos desafinados o voces de mala calidad y resulta poco agradable para el público, se habla de música ratonera, mientras que se define como música llana al canto gregoriano.
Cabe resaltar que además de los mencionados hay otros tipos de música, como los casos de la denominada música ligera (la variante más pegadiza que se logra recordar y tararear a nivel general), la música instrumental (en la cual sólo hay espacio para el sonido de los instrumentos) y la música celestial (frase que se utiliza cuando alguien pronuncia palabras o promesas vacías que endulzan los oídos pero carecen de peso o utilidad).