Un negocio está representado por la acción y el efecto de negociar, es decir, del intercambio comercial de géneros, mercancías o valores. Así, pues, pueden surgir oportunidades de negocio de todo tipo y bajo múltiples condiciones.
Una de estas oportunidades que se pueden conseguir guardan relación con los denominados negocios internacionales, unas operaciones que no conocen fronteras porque se llevan a cabo entre dos o más naciones.
Según los propósitos de quien impulsa un negocio internacional, estos intercambios pueden estar basados en la importación de un bien y/o servicio (alternativa que se concreta por lo general bajo condiciones específicas y beneficia a los consumidores al permitirles acceder a productos o prestaciones que no se producen en su propio país) o en la exportación (opción que permite el tráfico legítimo de bienes y/o servicios hacia el extranjero para ser comercializados allí).
Al concretar un negocio de tipo internacional, las empresas alcanzan un mayor posicionamiento competitivo, mejoran su imagen y prestigio corporativo, conquistan nuevos segmentos de mercado y amplían sus horizontes, aunque también asumen riesgos que pueden llegar a complicar su situación ante eventuales impagos o la imposibilidad de responder por falta de infraestructura a un pedido de dimensiones considerables.
Por esa razón, además de entrar en juego en este marco las importaciones y las exportaciones, adquieren importancia las inversiones y las financiaciones. Cabe resaltar también que para hacer frente a un negocio internacional se apela a los cheques, los pagarés, las transferencias, los créditos y las garantías para hacer efectivo y garantizar los cobros y los pagos respectivos.