Muchos materiales, entre los que aparecen el barro y la arcilla, se pueden moldear de manera artesanal para elaborar una vasija. Este producto, que por su forma permite contener preparaciones líquidas o presentar alimentos de distintas características, también resulta útil a nivel ornamental, por eso a continuación describiremos diferentes clases de vasijas.

De acuerdo a los expertos que analizan estas creaciones, no sólo las formas, los tamaños y los elementos utilizados determinan la clasificación de este elemento sino que las técnicas, el origen y la antigüedad también influyen a la hora de establecer los rasgos distintivos de una vasija.

Existen, por ejemplo, las vasijas campaniformes que poseen la apariencia de una campana dispuesta de manera invertida respecto a la tradicional; las vasijas tubulares de tipo albarelo (recipientes cilíndricos con apariencia de tarro); las vasijas ceremoniales; las vasijas troncales tipo cuenco, con aberturas anchas y las vasijas griegas con relevancia religiosa y funeraria (como ha ocurrido con la crátera, el alabastrón y el lutróforo), por mencionar algunas a modo de referencia.

A comienzos del siglo I, por otra parte, se comenzó a desarrollar un recipiente de origen romano que quedó en la Historia con el nombre de “Vasija de Portland”, mientras que en el Museo de la Naturaleza y el Hombre ubicado en Santa Cruz de Tenerife (España) es posible apreciar las particularidades de las vasijas egipcias gracias a la colección que se atesora allí. El Museo Arqueológico Nacional de Atenas (Grecia), en cambio, permite contemplar un antiguo tesoro bautizado como “Vasija de los guerreros”.