Un nutriente es todo producto que nutre, es decir, que permite incrementar la sustancia del cuerpo animal o vegetal a través del alimento. En base a sus características, procedencia, importancia y finalidad, todos ellos pueden clasificarse de diversas maneras.
Así, entonces, es posible identificar a los nutrientes no esenciales y a aquellos que sí lo son. Los primeros, como su nombre lo permite advertir, no son vitales para el organismo pero sí contribuyen a la salud (como las fibras y los fitoquímicos, entre otros), mientras que los segundos sí incluyen opciones (como los ácidos grasos, las vitaminas y los minerales) que sí resultan de suma importancia para la supervivencia.
Además de estos dos grandes grupos, se pueden reconocer otros conjuntos determinados por las cantidades, tal como ocurre con los macro y los micronutrientes. Sobre ellos, se puede destacar que los primeros suministran la mayor parte de la energía metabólica, mientras que los segundos son indispensables para todos los procesos orgánicos pero, aún así, se necesitan en pequeñas dosis.
Por otra parte, si se los analiza en base a sus funciones, es posible segmentarlos por su condición de energéticos (aquellos que sirven de sustrato metabólico para obtener energía como las grasas, los glúcidos y las proteínas), plásticos o estructurales (los que permiten el crecimiento y forman la estructura de todo organismo, como las proteínas, los glúcidos, algunos lípidos y ciertos minerales) o de reguladores (grupo donde se distinguen vitaminas y algunos minerales que se encargan de controlar las reacciones químicas del metabolismo).