La persona que, cuando llega el momento de dormir, no logra conciliar el sueño pese a sus esfuerzos y se mantiene en vigilia tras despertarse en al menos una oportunidad sin poder descansar bien, sufre insomnio.
Según los expertos en cuestiones de salud, son múltiples las causas asociadas a un cuadro de insomnio. La duración, la gravedad y otras variables son determinantes al momento de clasificar este trastorno.
A nivel general es posible diferenciar entre insomnio primario (cuadro frente al cual no están claras las causas o no se lo puede relacionar a una enfermedad) e insomnio secundario (surgido en el marco de un hábito, un problema, una patología orgánica, un desequilibrio emocional o mental, etc).
Hay, además, personas que padecen un insomnio transitorio o de carácter agudo (con menos de cuatro semanas de duración), otras que experimentan un insomnio subagudo o a corto plazo (se prolonga por varias semanas pero no supera los tres meses) y gente afectada por un insomnio crónico o a largo plazo (que supera los tres meses).
Por otra parte, hay que tener en cuenta que puede sufrirse un insomnio ligero o leve (el cual no provoca demasiados desórdenes en la vida del sujeto), un insomnio moderado (generando en el individuo evidentes signos de malestar y pérdida de bienestar general) o un insomnio severo o de extrema gravedad (marco en el cual surgen síntomas que atentan contra la calidad de vida).
Por último, es necesario resaltar además que se puede sufrir insomnio de conciliación o inicial (cuando la persona experimenta dificultades para conciliar el sueño apenas se acuesta), insomnio de mantenimiento del sueño (cuando se despierta varias veces en el transcurso de la noche) o insomnio de final de sueño o de despertar precoz (cuando el despertar se produce antes de lo previsto por la persona para arrancar el día).