Al buscar la definición teórica del concepto de fonema encontramos que así se presenta a la unidad fonológica que no es posible descomponer en unidades sucesivas más pequeñas y que, además, puede diferenciar significados por su sonoridad y su intención significativa. Pero esta referencia no es suficiente para aprender a distinguir los múltiples fonemas existentes, por esa razón a continuación haremos foco en varias categorías.

Si centramos la atención en el idioma español, por proponer una alternativa concreta, descubriremos que hay una amplia variedad de fonemas con rasgos específicos de pronunciación (es decir, que requieren una posición particular de los labios y la lengua, un punto de articulación, para generar un cierto sonido o efecto al hablar) y de grafías especiales.

Hay fonemas vocálicos con diferentes grados de apertura (hay apertura mínima, media y máxima como surge con los alófonos a, e, i, u), fonemas obstruyentes bilabiales sonoros, fonemas africados palatales, fonemas oclusivos (velares, bilabiales) sordos propios de grafías como k, c y qu, fonemas nasales (labiales, palatales, alveolares) y fonemas vibrantes (simples y múltiples).

Más allá de los fonemas mencionados líneas arriba, es necesario tener presente que existen fonemas adicionales propios de determinados lugares. Así ocurre, por ejemplo, con el fonema interdental, fricativo, consonántico y sordo propio de la lengua española de Guinea Ecuatorial, de gran parte de España y de algunos rincones peruanos. En territorios rurales españoles, paraguayos, argentinos y bolivianos, en tanto, suelen reconocerse fonemas laterales palatales. El fonema fricativo laringal, por otra parte, suele advertirse con frecuencia en Colombia, Venezuela y Andalucía.