Una extinción, según sostiene la teoría, es consecuencia del hecho de que un objeto, idea o ser se extinga, es decir, desaparezca, se esfume o se desvanezca.

Cuando se asocia este concepto a la pérdida considerable de taxones o integrantes de una especie animal y/o vegetal generando la desaparición completa de esa familia de seres, aparecen muchas categorías a tener en cuenta. A menudo suelen difundirse a nivel mundial alertas por el peligro de extinción de una cierta especie, pero el abordaje de esta problemática es más profundo y específico. Se diferencian, en este marco, las extinciones terminales (que a su vez se subdividen en los grupos de extinción de fondo y extinción masiva) y las pseudoextinciones o extinciones filíticas (cuando hay vínculos para enlazar a una especie con otra preexistente ya extinguida).

De buscar precisiones sobre la ya citada extinción masiva encontraremos que se trata de un fenómeno que causa una desaparición importante de especies en un cierto periodo temporal sin que se encuentren rastros de descendencia. Menos numerosa es la extinción de fondo, ya que si bien se pierden ejemplares, las cifras no son tan alarmantes como en la otra situación.

Más allá de aplicarse a seres vivos, la noción también se extiende a desastres que pueden ser causados o no por el hombre (como ocurre cuando los bomberos concentran esfuerzos para lograr la extinción de un incendio) o a un proceso que influye a nivel cultural (cuando se registra la extinción de una lengua), por marcar otras posibilidades a modo de referencia.