En diferentes etapas de nuestra vida, como parte del cuidado de la salud, debemos someternos a una amplia variedad de estudios médicos que pueden ser como prevención para confirmar que todo esté bien o como parte fundamental para precisar un diagnóstico. Las ecografías son parte de los procedimientos más comunes en el ámbito hospitalario.
Si bien dentro de estas alternativas la más común es la ecografía que se le realiza a las embarazadas para controlar el estado del feto durante las distintas etapas del embarazo (con la tecnología actual, además de las ecografías convencionales se pueden realizar ecografías en 3 y 4D), hay muchas otras modalidades que no son invasivas (o lo son en un grado mínimo) y no generan complicaciones al paciente.
Para analizar el útero y los ovarios de niñas, jóvenes y mujeres adultas, por ejemplo, se suele indicar una ecografía vaginal, mientras que para examinar las mamas es imprescindible, además de la mamografía, una ecografía mamaria.
La examinación de la próstata, en tanto, requiere la solicitud de una ecografía transrectal, que se realiza de manera ambulatoria en base a la entrada de una sonda a través del recto.
Más allá del género del paciente, cuando hay sospechas de problemas en páncreas, hígado o vesícula, es usual que se pida una ecografía abdominal, mientras que se apela a la ecografía cardíaca doppler cuando se busca estudiar el funcionamiento del corazón. La cavidad torácica, además, suele ser estudiada a partir de la información proporcionada por las ecografías endoscópicas (con ultrasonido y la introducción de una pequeña cámara en el organismo).