Lo disfrutamos en el jardín de nuestra casa, en una cancha o estadio donde se realizan deportes como fútbol, hockey o béisbol, en un parque… El césped, con sus interesantes variedades, está presente en numerosos espacios para que disfrutemos su aroma, su color y el aspecto natural que le otorga a cada rincón.
Al recorrer zonas abandonadas, áreas de vegetación tupida o campos, por ejemplos, podemos descubrir pastos que crecen sin control: se trata del césped silvestre. Cuando un jardinero interviene y le da forma para que crezca fuerte y con un cierto criterio estético e higiénico, en cambio, se hace alusión al césped podado.
El césped inglés o ballica, por su parte, se aprovecha en sitios de condiciones meteorológicas templadas y subtropicales para producir forrajes y coberturas verdes para el suelo.
Existe asimismo una planta nativa de Sudamérica pero extendida a nivel mundial que se conoce como césped del mar. Se trata de una especie rústica que se adapta tanto a ambientes de sombra como de sol y crece aún en condiciones extremas, ya sea por sequías como por inundaciones.
De buscar más opciones, aparecerá también el césped hidropónico, obtenido a partir de la técnica que reemplaza el suelo agrícola por suelos a base de disoluciones minerales con soportes de grava, arena, etc.
En canchas de fútbol, por otra parte, es usual encontrar césped sintético o artificial, una alternativa que imita al pasto natural pero ofrece mayor resistencia, es más económico en materia de mantenimiento y no exige esfuerzos ni instalaciones complejas.