Se conoce como central eléctrica a un establecimiento donde hay equipamiento y circuitos necesarios para transformar la energía mecánica en electricidad. Con turbinas y generadores, en estos lugares se aprovechan fuentes como el sol, el viento, el agua y el gas para poder obtener energía eléctrica.

De acuerdo a cuál sea el principal recurso que les permite generar energía mecánica fundamental para su finalidad eléctrica, las centrales eléctricas se encuadran en diversas categorías.

Cuando se pone a trabajar una turbina hidráulica a partir de agua almacenada de manera artificial o que procede de una corriente natural, por ejemplo, se trata de una central hidroeléctrica.

De haber un sistema complejo que quema combustibles fósiles para obtener energía calorífica destinada a la generación de vapor de agua capaz de activar a una turbina de vapor, en cambio, se hace alusión a una central térmica convencional.

La central térmica de ciclo combinado, por su parte, requiere complementar una fase de combustión de gas natural con el funcionamiento de una turbina de vapor.

Cabe señalar que, más allá de estas alternativas, existen centrales termoeléctricas solares (en las cuales se aprovecha la energía del sol para calentar un fluido que convierte en vapor a otro fluido encargado de accionar una turbina-alternador), centrales eléctricas de biomasa (similares a las centrales térmicas convencionales pero utilizan residuos sólidos urbanos como combustible), centrales nucleares (producen electricidad con una turbina-alternador que trabaja gracias a un procesamiento logrado a partir de la fisión de los átomos de uranio) y centrales eólicas (funcionan a partir de un aerogenerador que convierte en energía mecánica rotatoria a la energía cinética obtenida del viento).