En numerosas ocasiones, los medios de comunicación nos permiten acceder a información y a materiales audiovisuales sobre huracanes. Aún cuando uno no resulte afectado, es imposible no quedar impactado por estos vientos de fuerza extraordinaria que, como un torbellino, destroza todo lo que encuentra a su paso mientras avanza. Claro que no todos estos fenómenos tienen el mismo punto de origen, potencia y consecuencias.

De acuerdo a los expertos que conocen la escala de huracanes de Saffir-Simpson, el huracán categoría 1 es el más débil, mientras que el más fuerte se enmarca en la categoría 5.

Es posible, además, reconocer a los huracanes anulares, tal como se define a los ciclones tropicales que poseen un gran ojo de características simétricas recubierto por un anillo de convección intensa y carecen, según se advierte al observarlos por imagen satelital, de las bandas de lluvia con apariencia de espiral típicas de los sistemas tropicales.

Por su intensidad y las tragedias provocadas (ocasionando no solo importantes pérdidas económicas y graves daños materiales sino también la muerte de numerosas personas y animales), se pueden encontrar a lo largo de la Historia múltiples huracanes famosos. Entre ellos aparecen el huracán Pauline (de categoría 4, recordado en México como uno de los más dañinos, costosos y mortíferos de la segunda mitad del siglo XX), el huracán Katrina (uno de los más destructivos y trágicos de la historia de Estados Unidos) y el huracán Mitch (de categoría 5, nacido en el mar Caribe, atravesando América Central y afectando a Honduras antes de desvanecerse por completo), por describir tres ejemplos a modo de referencia.